espacio recondito

gritos desesperados despiertan los cerebros dormidos de los inocentes

sin saber dónde van, se preguntan cuál es la realidad

clamor, dolor y tristeza invaden su alma a diario

el sueño irreal de que alguien la salve, se aplaza

dormida en la espera, se sirve una taza cargada de té

así se repite una y otra vez

cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana, cada mes

hasta su salvación

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